Una de las canciones más conocidas de la infancia en España es “Mambrú se fue a la guerra” que, si no la recuerdas, dice algo así:
«Mambrú se fue a la guerra,
qué dolor, qué dolor, qué pena,
Mambrú se fue a la guerra,
no sé cuándo vendrá.
Do-re-mi, do-re-fa,
no sé cuándo vendrá.
Vendrá para la Pascua,
qué dolor, qué dolor, qué pena,
vendrá para la Pascua,
o por la Trinidad.
Do-re-mi, do-re-fa,
o por la Trinidad.
La Trinidad se pasa,
¡qué dolor, qué dolor, qué pena!,
la Trinidad se pasa
Mambrú no vuelve más.
Por allí viene un paje,
¡qué dolor, qué dolor, qué traje!,
por allí viene un paje,
¿qué noticias traerá?
Do-re-mi, do-re-fa,
¿qué noticias traerá?
Las noticias que traigo,
¡del dolor, del dolor me caigo!
las noticias que traigo
son tristes de contar,
Do-re-mi, do-re-fa,
son tristes de contar.
Que Mambrú ya se ha muerto,
¡qué dolor, qué dolor, qué entuerto!,
que Mambrú ya se ha muerto,
lo llevan a enterrar.
Do-re-mi, do-re-fa,
lo llevan a enterrar.
En caja de terciopelo,
¡qué dolor, qué dolor, qué duelo!,
en caja de terciopelo,
y tapa de cristal.
Do-re-mi, do-re-fa,
y tapa de cristal.
Y detrás de la tumba,
¡qué dolor, qué dolor, qué turba!,
y detrás de la tumba,
tres pajaritos van.
Do-re-mi, do-re-fa,
tres pajaritos van.
Cantando el pío-pío,
¡qué dolor, qué dolor, qué trío!,
cantando el pío-pío,
cantando el pío-pa.
Do-re-mi, do-re-fa,
cantando el pío-pa.»
Todos hemos cantado o escuchado esta melodía pegadiza, pero, ¿te has preguntado alguna vez de dónde viene? ¿Quién era Mambrú realmente? Vamos a desvelar el origen de esta famosa canción y cómo llegó a convertirse en una tradición que ha perdurado durante siglos.
Un Viaje al Siglo XVIII
La historia de “Mambrú se fue a la guerra” comienza en Francia, allá por el siglo XVIII, en medio de la Guerra de Sucesión Española. Este conflicto enfrentaba a los que apoyaban a Felipe V, el candidato borbónico, y a los que se inclinaban por el archiduque Carlos de Austria.
Los británicos, aliados de Carlos de Austria, enviaron al Duque de Marlborough, John Churchill, a liderar un ejército expedicionario. Su misión era asegurar los Países Bajos españoles y avanzar hacia el Rin. Tras una serie de victorias cruciales, como Blenheim (1704), Ramillies (1706) y Oudenarde (1708), el rumor de su muerte comenzó a extenderse por Europa tras su victoria en Malplaquet en 1709.
La “Muerte” de Marlborough
Los franceses, al escuchar el rumor de la muerte del Duque de Marlborough, celebraron el hecho de la manera más peculiar: cambiaron la letra de una canción popular para burlarse de su supuesto fallecimiento. Esta nueva versión, conocida como “Mort et convoi de l’invincible Marlborough”, se hizo rápidamente popular en Francia.
Aunque la canción estuvo relegada durante años al olvido, en 1780, el compositor Carl Stamitz le dio nueva vida al incluirla en una sonata para viola. Sin embargo, fue una figura bastante inesperada quien hizo que la melodía se hiciera realmente famosa: Madame Poitrine.
En 1785, el pequeño Luis XVII nació, y Madame Poitrine fue asignada para cuidar de él. La leyenda cuenta que, mientras mecía la cuna del delfín, Madame Poitrine cantaba la melodía de “Marlborough s’en va-t-en guerre”. Lo curioso es que, al escuchar el nombre del general inglés, el bebé abrió sus ojos por primera vez, lo que hizo que la canción ganara rápidamente popularidad en la corte de Versalles. En poco tiempo, la melodía se convirtió en la favorita de la nobleza francesa y se extendió por todo el país.
El Salto a España
Con la llegada de la dinastía borbónica a España, la canción cruzó los Pirineos. Al igual que en Francia, los españoles la adoptaron rápidamente, pero con un pequeño giro: cambiaron el nombre de Marlborough por “Mambrú”, dándole un toque más local. Así, la canción se transformó en “Mambrú se fue a la guerra”, y fue cantada por generaciones de niños españoles, quienes la usaban para acompañar sus juegos de rayuela.
Curiosamente, “Mambrú se fue a la guerra” también dio lugar a una canción de celebración en Inglaterra, conocida como “For He Is a Jolly Good Fellow”, que en España se adaptó con el nombre de “Es un muchacho excelente”, con su famoso estribillo: “For he is a jolly good fellow”. Así, dos canciones nacidas del mismo rumor llegaron a ser populares en diferentes países, pero con significados completamente distintos.