
El 5 de mayo de 1916, el lujoso transatlántico Príncipe de Asturias, perteneciente a la naviera española Pinillos e Izquierdo & Cía, protagonizó uno de los naufragios más impactantes de la historia marítima española. Aquel fatídico día, el buque chocó contra un arrecife en aguas de la costa brasileña, sumergiéndose en menos de diez minutos. El suceso se cobró la vida de 445 personas de las 588 que viajaban a bordo, entre pasajeros y tripulación, convirtiéndose en una de las mayores tragedias de la navegación civil de España.
Un transatlántico de lujo y prestigio
El Príncipe de Asturias era un barco de gran porte, considerado el orgullo de la flota española en tiempos de paz. Diseñado para realizar travesías oceánicas cómodas y rápidas, contaba con modernas instalaciones que buscaban competir con otras líneas europeas. Su reputación internacional lo había llevado a ganarse el apodo de “Titanic español”, dado su lujo a bordo y la alta categoría de su pasaje.
El fatídico accidente del 5 de mayo de 1916
En la medianoche del 5 de mayo, navegando cerca de las costas de Brasil, el Príncipe de Asturias embistió un arrecife que no figuraba correctamente en las cartas de navegación de la época. El golpe fue tan violento que abrió una gran vía de agua en el casco. En cuestión de minutos, el buque se inclinó y se hundió de forma vertiginosa, imposibilitando cualquier intento de evacuación ordenada.
Balance de víctimas y escasos supervivientes
De los 588 ocupantes —entre pasajeros y tripulantes—, solo alrededor de un centenar logró salvarse. El pánico y la rapidez del hundimiento dejaron poco margen para que las embarcaciones de emergencia pudieran cumplir su función. Así, en menos de diez minutos, el mar arrasó con las esperanzas de cientos de personas que se dirigían a Sudamérica en busca de nuevas oportunidades o simplemente regresaban a sus hogares.
Un lugar destacado en la historia de los naufragios
Aunque el Príncipe de Asturias no alcanzó la fama mundial que rodea al Titanic, su naufragio sigue siendo uno de los desastres más graves en la historia de la navegación civil española. A raíz del accidente, se intensificaron los esfuerzos por mejorar la precisión de las cartas náuticas y la seguridad a bordo de los transatlánticos. Sin embargo, el recuerdo de esta tragedia persiste y continúa suscitando interés entre historiadores y amantes del mundo naval.
				
				






