La tragedia de Biafra: Una historia de guerra, hambre y valentía
Cuando las potencias coloniales dejaron África en la década de 1960, muchos países creados de forma artificial se enfrentaron a conflictos civiles devastadores. Uno de los casos más trágicos fue el de Biafra, una región rica en petróleo y densamente poblada que se separó de Nigeria en mayo de 1967.
En julio de ese mismo año, Nigeria, sin interferencia occidental y con el apoyo de la Unión Soviética, invadió Biafra, desatando una sangrienta guerra civil que se extendió durante dos años y medio. El conflicto dejó a su paso muerte y hambre, con agencias humanitarias estimando que entre 3,000 y 5,000 personas morían de inanición cada día, muchas de ellas niños.
La Operación «Biafra babies»: Un rayo de esperanza
A finales de 1967, la catástrofe humanitaria motivó al Consejo Mundial de Iglesias a organizar la mayor operación de ayuda aérea de la época: la «Operación Bebés de Biafra«. Aviones de socorro comenzaron a aterrizar en pistas improvisadas, llevando alimentos y suministros vitales a los afectados. Sin embargo, los esfuerzos se vieron amenazados por ataques de mercenarios contratados por el gobierno nigeriano, que utilizaron cazas MiG-17 para interceptar los vuelos de ayuda.
Uno de los héroes de esta historia fue el conde sueco Carl-Gustaf Ericsson von Rosen, un piloto con amplia experiencia en misiones humanitarias desde 1935. En 1969, von Rosen lideró un esfuerzo audaz para defender a Biafra y sus operaciones de ayuda. Con el apoyo de la embajada de Tanzania, adquirió cinco pequeños aviones de entrenamiento MFI-9B, que fueron modificados en Francia con cohetes MATRA SNEB de 68 milímetros. Los aviones fueron pintados de verde en Gabón y transportados en secreto a Biafra.
Misiones de los «Bebés de Biafra»
El primero de los audaces ataques se lanzó al mediodía del 22 de mayo de 1969 contra el aeropuerto de Port Harcourt. Volando a baja altura entre los árboles y disparando sus cohetes a pocos metros del suelo, los «Bebés» destruyeron dos MiG y dañaron dos más.
Dos días después, un ataque al amanecer contra otro aeropuerto destruyó dos MiG más, y dos días después, un tercer aeródromo fue atacado, eliminando tres MiG adicionales. El cuarto y último ataque masivo fue contra una importante planta de energía, dejándola fuera de servicio durante seis meses.
Después de los ataques masivos, los MFI-9 –operando desde varias bases improvisadas en carreteras y mantenidos por herreros locales– continuaron hostigando a los nigerianos. Volaron 300 misiones contra columnas de vehículos, concentraciones de tropas y botes de asalto fluviales, pero no pudieron detener el avance nigeriano. Biafra fue derrotada a mediados de enero de 1970; se estima que el número de muertos fue de 1 millón de hombres, mujeres y niños.
El legado de von Rosen
Von Rosen dedicó sus últimos años de vida a misiones humanitarias, transportando suministros de ayuda en diversas partes del mundo. Después de su destacada participación en el conflicto de Biafra, regresó a Suecia, donde enfrentó una investigación gubernamental por su involucramiento en el conflicto, pero fue absuelto de cualquier irregularidad. Su incansable espíritu de servicio lo llevó a continuar trabajando con organizaciones como la Cruz Roja Sueca. Trágicamente, perdió la vida en un accidente aéreo mientras realizaba una de estas misiones