
¿Sabías que la costumbre de colocar un haba dentro del Roscón de Reyes tiene una historia que se remonta a la antigua Roma? Durante las Saturnales, festividades dedicadas al dios Saturno, se repartía un pastel relleno de frutos y miel a la población, y quien hallaba el haba oculta era coronado como monarca por un día. Para los esclavos, este simbólico “reinado” podía suponer un breve instante de libertad. Esta práctica, que hoy asociamos con las tradiciones navideñas, fue evolucionando y extendiéndose a través de los siglos.
Origen y evolución del Roscón de Reyes
A medida que la influencia romana se propagaba por Europa, la costumbre de poner un haba en el roscón fue calando en diferentes culturas. En la Francia medieval tomó la forma que más se asemeja a la que conocemos en la actualidad. Allí, seguían coronando como “Rey del Haba” a quien encontraba la leguminosa, pero también surgieron variantes en las que el afortunado debía invitar a un nuevo banquete o asumir algún gasto en honor al resto de comensales.
En España, este pastel dulce llegó a ser muy popular durante la época de los Austrias, y fue en el reinado de Felipe V cuando se expandió el uso del roscón como parte esencial de la gastronomía festiva. En un principio, su consumo estaba reservado a la nobleza y las clases acomodadas, pero con el paso del tiempo se convirtió en un elemento fundamental de la celebración del día de los Reyes Magos. Poco a poco, la receta y la tradición se hicieron accesibles a toda la sociedad.
Del haba a la figura: la evolución de la sorpresa
Con el Roscón de Reyes ya asentado en la península, la costumbre de incorporar el haba continuó, pero se añadieron otros ingredientes a la diversión. En muchas regiones se introdujo una pequeña figura de cerámica o plástico como símbolo de la buena fortuna. Así, si encontrabas dicha figura eras coronado Rey o Reina de la celebración, mientras que a la persona a la que le salía el haba se la consideraba “perdedora” o se le imponía un pequeño castigo, como invitar al siguiente roscón.
Un icono de la repostería típica navideña
La historia del Roscón de Reyes refleja cómo las costumbres antiguas pueden transformarse en la base de nuestras costumbres navideñas actuales. Este dulce, de forma circular y decorado con frutas escarchadas, simboliza el recorrido de los Reyes Magos hacia Belén y las maravillas que representan. Además, se ha adaptado según el gusto y la gastronomía de cada país: hay variedades con nata, trufa, crema o incluso rellenos alternativos para quienes buscan experimentar nuevos sabores.
Una tradición que perdura
Pese al paso de los siglos, el ritual de buscar el haba y la figurita dentro del roscón sigue vivo. En cada casa, se vive con expectación y alegría el momento de cortar la primera porción, con la esperanza de ser coronado como el “Rey del Haba” o con el temor de que nos salga el haba y nos toque pagar el roscón.
Este legado, heredado de la antigua Roma y transformado a lo largo de las épocas, ha logrado conservar un puesto privilegiado en la repostería típica navideña. Año tras año, la magia del roscón nos recuerda que las tradiciones más queridas son aquellas que se comparten en familia y entre amigos, manteniendo vivas tanto la historia como el sabor de nuestra mejor gastronomía.







